Festival Olé Burgos
Espero que esta tarde sea muy especial porque vamos a Burgos con ganas de pasarlo muy bien y con una gran ilusión». A José Mercé se le ve disfrutón. El flamenco de la larga melena blanca, de la sonrisa permanente, de la modernidad y de la pasión por la música llega hoy al Fórum Evolución (19,30 horas) a exhibir sus más de cuatro décadas de experiencia.
Lo hace de la mano del Festival Olé Burgos, una cita que quiere reivindicar al pueblo gitano y acercar su realidad a la sociedad, idea que ha sido acogida con gran entusiasmo por el artista: «Ya es hora de que nos quiten el sambenito de que somos gente de tercera categoría, ojalá hubiera más iniciativas como ésta».
También le parece de lujo que se lleve la música a la cárcel -esa es otra parte del Festival Olé Burgos- porque, a su juicio, «todo el mundo tiene que tener la oportunidad de integrarse y con iniciativas así poco a poco se irá consiguiendo».
Sobre las tablas, el jerezano pondrá toda la experiencia que ha atesorado en estos años y la mayor parte de una trayectoria que va desde sus inicios, con Rancapino, Pepa de Utrera, Juanito Villar y la Perla de Cádiz, a la sorpresa que dio a finales de los 90 cuando se fue del brazo de músicas tan distintas del flamenco como el pop o la canción de autor versionando temas de Manu Chao, Luis Eduardo Aute, Víctor Jara, Louis Armstrong o Pablo Milanés.
Nunca le ha importado acercarse a otros estilos porque jamás ha perdido el espacio en el que él nació, que es el flamenco: «Acercarse a otras músicas solo puede enriquecer siempre que se haga para engrandecer al flamenco, yo nunca he tenido problemas con los puristas porque eso es lo que yo he hecho, ir a otros géneros desde mi música, me encanta la fusión pero siempre llevada al flamenco».
Con esta docencia y su espectacular bagaje llegará a Burgos a desgranar parte del disco que estrenó el año pasado y en el que hace un detallado repaso por su biografía artística. Cuarenta años de cante, que así se llama, es una antología que recoge sus 50 mejores obras y que ha contado con la colaboración de Vicente Amigo, Tomatito, Diego del Morao, Moraíto y Juan, Luis y Pepe Habichuela, entre otros.
Antes, el público del Fórum Evolución tendrá la oportunidad de escuchar al joven cantaor burgalés Daniel Escudero.
Mercé, que dice estar encantado con el público del Norte de España, «porque es respetuoso, un gran aficionado y, sobre todo, sabe escuchar, que es lo más importante», afirma que el tiempo no le ha quitado ni un ápice de curiosidad hacia este tipo de música, más bien al contrario, afirma tenerle «cada día más ganas al flamenco»:
«Esto es lo bueno que tiene, que te mueres y no acabas de aprender, es una música tan especial que cada día sabes menos y sigues aprendiendo».
Por eso, porque tiene tanto recorrido y tanta pasión por lo que hace, a Mercé -que debe su nombre artístico a que siendo chico cantó en la Escolanía de la Basílica de la Merced de Jerez- le entristece que el flamenco no esté más mimado en este país «porque no está donde tendría que estar». A su juicio, las instituciones tendrían que darle un apoyo más rotundo porque se trata «de la verdadera marca España», una marca que considera que tiene su relevo generacional porque hay gente joven con calidad:
«En las nuevas generaciones hay quien está llevando al flamenco muy lejos pero hay que tener cuidado con estas cosas y no empezar la casa por el tejado porque a veces se comienza a innovar antes de aprender y lo importante es formarse muy bien primero».
José Soto Soto -su verdadero nombre- forma parte de una gran saga: es bisnieto de Paco Luz y sobrino de Manuel Soto, Sordera, el patriarca del flamenco jerezano. Sus primeros pasos artísticos los dio en el tablao La Cueva del Pájaro Azul. A los 13 años llegó a Madrid donde le pagaban 500 pesetas diarias por cantar en la mítica sala Torres Bermejas. Acompañó al bailarín Antonio Gades durante mucho tiempo y, entre otros hitos, participó en las películas Bodas de sangre y Flamenco, de Carlos Saura, y colaboró con el Ballet Nacional. En febrero de 2010 recibió la Medalla de Oro de Andalucía.